Hoy quisiera tener la misma capacidad de odio y destrucción que tienen esos monstruos.
Que mis palabras se pudieran convertir en látigos de fuego que destruyeran a los asesinos, a los culpables, a los cómplices, a todos aquellos que no han querido ponerse en nuestros zapatos, y tal vez por miedo o por complicidad cerraron sus bocas y colaboraron con el horror, mirando para otro lado...
A esos que en sus bibliotecas tienen un ejemplar del Diario de Ana Frank, pero repiten la historia poniéndose del lado más cómodo e indigno
Quisiera que mis brazos se hicieran inmensamente largos y fuertes para llegar al cuello de todos los traidores, y tener el mismo disfrute siniestro que tienen esos demonios, para apretar con fuerza y liberar toda la angustia en una inmensa carcajada
Quisiera que mi odio fuese tan potente que con el pensamiento pudiera aniquilar a todas esas voces mentirosas y cobardes, hipócritas y corruptas.
Y que salieran de mi pecho deformes criaturas que tomaran venganza... destruyendo a todas y a cada una de esas bestias ... con placer, con el mismo perverso placer que tuvieron ellos cuando mataban, violaban, incineraban, sembraban oscuridad y horror
Pero no puedo, porque yo no soy eso...
Sólo queda respirar hondo y transitar por el dolor y la desolación, unirse con los que verdaderamente lo comparten. Y saber que a pesar de todo, de alguna manera, lograremos justicia.
Y seguiremos adelante, honrando y amando a los que ya no nos acompañan, pero siguen estando, y seguirán estando, por siempre.
Y seguiremos construyendo, sembrando, creando, amando...
Porque este pueblo está vivo.
AM ISRAEL JAI
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